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Nada más fácil que prohibir algo, para desearlo. The Man with the Beautiful Eyes(1), basado en el poema en prosa de Charles Bukowski, es una historia de desobediencia natural; de gozo, miedo y melancolía. Una voz masculina, perezosa y desengañada, recuerda las horas de ocio de su infancia, transcurridas en el jardín de una casa semiabandonada. En este figurado Edén permanece escondido el último hombre verdadero: el misterioso hombre de los ojos bonitos al que se refiere el título de este inquietante corto de animación.
The Man with the Beautiful Eyes es también una historia de perspectivas cruzadas, a la manera de Matar un ruiseñor, o La noche del cazador. Es una historia de encuentros: de la inocencia con la malicia; de la confianza con el horror. Sus testigos son una cuadrilla de niños, que descubren una nueva perspectiva de la realidad al asomarse al mundo de los adultos.

“Our parents told us: NEVER GO NEAR THAT HOUSE...So, of course, we went"

A los ojos de los niños, el jardín de la casa prohibida es un vergel de diversión. Nada hay de particular en él, salvo unos juncos, un estanque con peces, y la propia casa, siempre cerrada. Hay muchas formas de describir este mundo, pero Jonathan Hodgson prefiere reivindicar la realidad pintada de la película, mediante un dibujo simplificado y colores vibrantes: un lenguaje visual solidario con la calidad del recuerdo infantil.
Un día escuchan una blasfemia desde el interior de la casa: por primera vez ven a su morador, pero su retrato sólo puede amontonar sinécdoques: sus pies descalzos, su botella de whisky, su pelo desordenado, su barba sin afeitar... Cegándoles con un fulgor sublime, la palabra Blazedllamarada— relumbra en el lugar de sus ojos, demasiado hermosos para ser dibujados.
¿Qué es capaz de hacer este hombre, que es tan temible? ¿Les causa daño, abusa de ellos? ¿Siquiera les echa de su propiedad? Nada de esto. Les saluda, lanza una carcajada y retorna al interior de la casa para no volver a ser visto jamás. Desconcertados, los niños se reúnen para decidir por qué sus padres temen tanto a este hombre, y concluyen:

“Our parents, we decided, they never wanted us to see that man because he was strong, natural, with beautiful eyes”.

Los ojos del hombre hipnotizan al clan de colegiales, descubriéndoles una verdad diferente a la que enseñan la escuela o sus padres. Piensan que sus padres les habían prohibido jugar cerca de aquella casa, porque ellos no querrían que sus hijos conocieran a alguien tan salvaje, fuerte ni hermoso. No querrían que le vieran nunca, porque se avergonzarían de no ser como él: asépticos, atareados con sus inaplazables obligaciones domésticas, los padres aparecen como autómatas, sacando brillo a las hojas de las macetas, o marchitando las flores bajo una lluvia de fumigación. Padres de clase media, gregaria, mediocre; oblicua al yugo de la familia, el trabajo, el orden, ante los niños se abre otra forma de vida: el hombre de los ojos bonitos es una amenaza para la sociedad, porque no necesita sus migajas para sobrevivir. Ingenuos y clarividentes, los niños han penetrado por primera vez esta verdad, percibiendo la profunda enfermedad del mundo de los adultos.
Un día, los niños regresan al jardín a la salida del colegio. Nada queda de su paraíso: la casa ha sido reducida a rescoldos humeantes, y los peces están muertos sobre el estanque desecado. Los niños vuelven a reunirse y llegan a otra conclusión, tan errónea pero preñada de sentido como la anterior:

“We decided that our parents burnt up the house yard and killed the man with the beautiful eyes”.

Los niños deciden que sus padres quemaron la casa, mataron al hombre y secaron el estanque porque no podían soportar que existieran las cosas bellas: imaginan la turba del linchamiento, de ciudadanos respetables que enloquecen como una masa de seres transparentes que invade aquel porche, con nudillos tatuados de amor y de odio. Los niños ven caer los objetos de su felicidad, uno a uno, bajo la furia fanática, hasta que se apagan los bellos ojos del héroe anónimo.
Los niños temen que nada de lo que es fuerte y hermoso pueda durar; que sus padres siempre estarían atentos; y que mucha gente moriría... La voz se extingue mientras un imponente movimiento de grúa nos lleva de vuelta desde el recuerdo, hasta la más gris de las realidades: una calle triste donde caminan hombres y mujeres vacíos, sin rumbo. El cambio de color a blanco y negro testimonia el regreso al presente, desde el recuerdo infantil hasta el mundo gris de los adultos donde sólo puede sobrevivir, olvidado, un testimonio escrito.

Tren de sombras Núm. 6, verano de 2006.
© María Lorenzo y trendesombras.com

THE MAN WITH THE
BEAUTIFUL EYES

Dirección y animación:
Jonathan Hodgson

Basado en un texto de:
Charles Bukowski

Producción: Sherbet. Gran Bretaña, 2000. 35 mm, color, 6’

 
notas


(1) The Man with the Beautiful Eyes se encuentra editado en nuestro país, en los DVD que acompañan sendas publicaciones sobre animación:

1. Liz FABER, Helen WALTERS, 2004, Animación Ilimitada, edición en castellano del libro Animation Unlimited. Innovative Short Films Since 1940, Londres: Lawrence King Publishing (fragmento del film).

2. Comité de ANIMA MUNDI (editores), 2004, Animation Now!, Río de Janeiro, Colonia: Taschen (film completo).

También está editada en su integridad en el DVD recopilatorio The Best of British Animation Awards, vol. 3, Londres: British Animation Awards, British Council, 2003.